Libro del Centenario RSCE

nación que aún sigue empleando a dos tercios de su población activa en trabajos agrícolas. Pero, a pesar de todo, España sigue siendo un país dominado por una clase social determinada, que de- tenta el poder político y económico y que no termina de dar el salto a la modernidad. El modelo canovista de turnos de poder sigue estando en boga y la élite social prefiere invertir los réditos de sus empresas o de la producción agrícola, en la compra de bienes inmuebles y en la adquisición de Títulos de Deuda Pública, antes que en tecnología y desarrollo indus- trial, algo que, aún pareciendo anecdótico, será un elemento clave en el desarrollo de los acontecimien- tos sociopolíticos del primer tercio del siglo XX. D. Alfonso XIII, un Rey cinófilo D. Alfonso XIII nació Rey de España, al ser hijo pós- tumo de D. Alfonso XII. Durante su minoría de edad ejerció la Regencia su madre, la Reina Dª María Cris- tina de Habsburgo-Lorena, hasta su proclamación oficial en 1902 a la edad de 16 años. Sus primeros años de vida estuvieron marcados por la pérdida de las últimas colonias. Afable, carismático y muy de- portista, D. Alfonso XIII cultivó la práctica de todo tipo de actividades y estuvo desde su niñez muy vinculado a actividades como la caza o los caballos, siendo un aventajado jugador de polo. Era también un gran aficionado a los perros, tanto de caza como de compañía, pasión que compartiría con su esposa, la princesa británica Dª Victoria Eugenia de Battem- berg, con quien se casó en 1906. El reinado de D. Alfonso XIII fue convulso y agita- do en lo político, con una Sociedad dividida en la que la lucha de clases era cada vez más evidente. La pérdida de las Colonias, la Guerra de Marruecos, el Desastre de Annual o la Dictadura de Primo de Rivera fueron algunos de los episodios que fueron sembrando un clima de descontento con el Monarca hasta desembocar en la proclamación de la II Repú- blica y la salida del Rey hacia el exilio. La Familia Real y el Rey a la cabeza, fueron siem- pre unos grandes aficionados a los perros, criando ejemplares de diferentes razas y participando, inclu- so, en las Exposiciones de Madrid o de París con los más destacados. Su impulso, así como la cercanía y el trato hacia las personas que iniciaron la aventu- ra de fundar la Sociedad Central Canina de España, fueron vitales para garantizar su supervivencia y la consolidación de su trabajo en unos primeros años siempre inciertos. D. Alfonso XIII pasó el resto de su vida en el exilio de Roma, pero incluso allí tuvo siempre la compañía de algún perro, hasta en sus últimos momentos. Con posterioridad, otros miembros de la Familia Real, como la Infanta Doña Alicia o el propio Rey D. Juan Carlos I, han sido grandes aficionados a los perros, 1911-2011, R.S.C.E.: Cien años de selección y mejora 32

RkJQdWJsaXNoZXIy ODA3NTk=