Libro del Centenario RSCE
Rubens o Rembrandt, entre muchos otros. El Hombre moderno y el perro A partir del siglo XVIII el Mundo empieza a vivir una era de occidentalización que establece como centro del poder, la política y la economía a nivel mundial en Europa. Las potencias más importantes ya no pasan el tiempo batallando entre ellas pues tienen sus miras centradas en la expansión colonial. El Viejo Continente es un territorio más seguro, más tranquilo, lo que produce el nacimiento de una nue- va Sociedad, con un mayor número de personas en condiciones de llevar una vida digna y con unas flo- recientes ciudades en los albores de la Industrializa- ción. En este contexto empieza a darse un fenómeno hasta entonces nunca conocido: el ocio, aunque, por su- puesto, seguirá siendo durante años el privilegio de unos pocos. Los caballeros, que en otro tiempo tenían la guerra como su ocupación vital principal, viven ahora de sus negocios y sus rentas y gastan sus energías en el ejercicio de la caza, que ha empe- zado a ser una actividad deportiva (los ingleses la denominan game o juego) por encima de un ejerci- cio de subsistencia, como lo fue desde el origen de los tiempos. Es en la caza donde los hombres encuentran un mejor aliado con el perro, capaz de ser utilizado en todo tipo de suertes y sobre todo tipo de piezas. La mayoría de las razas empleadas para la caza menor (bracos, spaniels, pointers y setters) tienen su origen en los desaparecidos perros de punta españoles que habrían sido llevados hasta distintos rincones de Eu- ropa y donde serían después cruzados y selecciona- dos en virtud de las necesidades y los terrenos de cada lugar en concreto. La segunda mitad del siglo XVIII es el periodo del desarrollo industrial de Europa, especialmente sig- nificativo en países como Francia, Alemania y, por encima de todos, Inglaterra, donde se da una trans- formación social y económica de tal calibre que lleva a que se dé a este periodo el nombre de Revolución Industrial. Una de las manifestaciones más significativas de este periodo es la mecanización de la producción y la dignificación de la mano de obra. Los trabajadores, aunque sea de forma muy incipiente, empiezan a ser también sujetos de derecho y ven como sus eternas jornadas laborales se reducen para dar así cabida a una vida familiar más plena y al disfrute del tiempo libre y de otras actividades que antes era imposible llevar a cabo. Las clases medias y bajas de la Inglaterra victoriana se acercan al perro por primera vez y lo adaptan a sus usos y necesidades. Florece también la cultura de las tabernas y en torno a ellas se desarrollan juegos 1911-2011, R.S.C.E.: Cien años de selección y mejora 21
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